«No, la pintura no está hecha para decorar departamentos. Es un instrumento de guerra.» Picasso
El Guernica es una tela enorme, tan grande que Picasso necesitó una escalera y pinceles atados a palos para alcanzar su altura. Estaba decidido a convertir esa tela vacía en una obra monumental que perturbara y pusiera en alerta a todos los que la vieran acerca del horror que había ocurrido en ese pueblo de España.
Unos meses antes le habían encargado pintar una obra que representara a España en la Exposición Internacional de París, pero, más que nada, que pintara algo que demostrará a Europa que él, Picasso el pintor vivo más importante del mundo, como hijo de España rechazaba la rebelión militar que había sumido al país en una horrible guerra civil. Las noticias del 27 de Abril de 1937 decidieron finalmente el tema de esa pintura. Los bombarderos Nazis de la Legión Cóndor habían soltado sus bombas sobre el pueblo de Guernica. Habían destruido brutalmente escuelas, casas, iglesias y comercios, a la hora en que el mercado regional estaba más lleno de gente.
Picasso entendió, como otra tanta gente en Europa y el resto del mundo, que no había opción, que él mismo debía ir a la guerra. El primero de Mayo comenzó con bronca el primer boceto de las docenas que le siguieron, a partir de allí, esos dibujos hicieron que la frontera incomoda entre arte y política jamás volviera a ser la misma. El mismo se refirió a su obra: «No, la pintura no está hecha para decorar departamentos. Es un instrumento de guerra.»
El Guernica fue pintado en blanco y negro con diferentes grises y hasta algunos tonos de azul. Aunque el Guernica tenga un aspecto desordenado, su composición fue muy planificada. Tiene la apariencia de un collage organizado partir de una pirámide central. En una escena de interior se distinguen ocho figuras articuladas en posiciones grotescas y sufrientes, la obra está colmada de evocación y simbolismo. Se pueden discernir allí desde la clásica “Pieta” de la madre que sostiene al joven muerto, hasta el hombre que implora por su vida en la pintura “Los fusilamientos del 3 de mayo” de Francisco de Goya, otro gran artista que fue testigo y a su modo cronista de la crueldad en su serie de grabados “Los desastres de la Guerra”. Pero eso es otra historia.