«El campo auditivo es simultáneo, el visual sucesivo. Los modelos de las personas no-alfabetizadas eran implícitos, simultáneos y discontinuos, y también mucho más ricos que los del hombre alfabetizado. En su dependencia a la palabra hablada para obtener información, las personas eran asimiladas en una red tribal; y ya que la palabra hablada tiene una carga más emocional que la escrita —comunicando por la entonación emociones tan ricas como la alegría, el enojo, el miedo, el sufrimiento— el hombre tribal era más espontáneo y pasionalmente volátil.
El hombre audio-táctil participaba en el inconsciente colectivo, vivía en una mundo mágico integral ordenado por los patrones del mito y el rito, con sus valores divinos sin ser amenazados, mientras que el hombre alfabetizado o visual crea un ambiente altamente fragmentado e individualizado, explícito, lógico…».
Marshall Mc Luhan. 1962
Hay quien dice que hoy Mc Luhan suena ingenuo, aun así, qué interesante es su especulación acerca de cómo los medios, más allá del contenido, modelan en continuo a los receptores.
Es inspiradora su descripción de cómo la capacidad humana de envolverse emocionalmente facilita una forma espontánea de acceder a la información, de aprender.
¿Qué tal si la exhibición de museo la planificáramos desde la capacidad tribal de transmisión en lugar de la linealidad vertical del libro?