El texto de la exhibición funciona como un tejido (textum) en el que se establecen correspondencias, el texto señala recorridos, pone en situación, comparte conocimiento y da voz a los objetos. El texto de la exhibición se compone de una jerarquía de unidades relacionadas y también independientes, un sistema de variables para comunicar sin obligar atención. Durante el tratamiento narrativo en su etapa editorial se atraviesa una especie de desmalezamiento que busca dejar lo indispensable, lo relevante para una narración que idealmente constituirá una historia.
La elaboración del texto no finaliza con la entrega de un documento aislado, el plan editorial y su escritura se continúan a la par con el diseño gráfico, se pretende así acomodar, enlazar la palabra y su sentido con su percepción y la lectura: se lo hace visible e inteligible. Se definen las cajas de texto, se regula la extensión de las líneas, se acomodan las palabras clave; se destacan las ideas por su peso y color, por su tamaño, por su ubicación. Para el texto de pared, se escribe como se lee, de izquierda a derecha o en diagonal y también a los saltos, se tiende un espinel. El papel de la palabra en la exhibición ayuda a acercarse a las cosas para madurar una intimidad, convierte a la experiencia de museo en recuerdo y en relato, invita a sumergirse con paciencia o a iluminar como un relámpago.